Hace tan sólo dos años a Chen Xiaotian, un pequeño niño de China, le diagnosticaron un cáncer cerebral. La enfermedad afectó gravemente a su salud, de forma especial en el último año cuando perdió la vista debido a que el tumor presionaba su nervio óptico.
Por desgracia, Xiaotian murió a comienzos de mes y tan sólo seis horas más tarde su riñón ya había sido trasplantado a su madre, que según apuntan medios locales, también estaba enferma. El último deseo del pequeño era ese: poder dejar con vida a su madre. Un acto precioso.
La madre padece uremia, una enfermedad que provoca que se acumulen sustancias tóxicas en sangre, lo que acaba afectando a órganos vitales como cerebro, pulmones e incluso estómago. Precisamente la única forma de curar la uremia es con un trasplante de riñón.
Esa idea salió en un primer momento de la abuela del crío pero la madre, como es evidente, se negó por completo. Sin embargo, fue el propio Chen el que dijo que su último deseo era darle el riñón a su madre para evitar también su muerte.
El otro riñón y su hígado fueron a parar a otras dos personas. Sin duda, su madre siempre se acordará de su hijo y desde luego, no es para menos.
Fuente Que.es
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